EN LA MADRGUGÁ (2008)



Poco a poco el patio de la iglesia se va cubriendo de túnicas rojas y negras, como una mancha de aceite que despacito va cubriendo la mar, hasta no dejar ver que hay debajo, así los nazarenos que esta noche acompañaran al Señor de El Puerto van acercándose a su casa, para acompañarle en su lento desfile camino del calvario.

Llegada la hora se abren los accesos de la Prioral, nazarenos, penitentes y costaleros van entrando para estar más cerca de El. Para acompañar a Su Madre, que con lagrimas en los ojos camina con paso cansado tras las huellas de su hijo.

El Silencio es sepulcral a pesar de los cientos de personas que allí se encuentran.
El incienso flota en el ambiente, rodeando a los nazarenos que sentados en los bancos esperan la hora de la salida.
Las cruces de penitencia sobre el suelo , a los pies de los que las portaran durante la “madrugá”
Los costaleros están vistiéndose en un cuarto aparte, colocándose las fajas, preparando los costales que les ayudaran en esta noche a llevar a Jesús Nazareno y a Maria Santísima de los Dolores.

Pronto dan las cinco de la mañana, y se abren las puertas del templo. Se hace el silencio en la plaza, se apagan todas las luces y solo se ve la claridad que la luna aporta, pues ni ella misma quiere ni puede dejar de ver salir al Nazareno.

Y en este marco comienza la estación de penitencia que los cofrades portuenses realizaran en esta “madrugá”, les quedan siete largas horas por delante antes de que las puertas de la Iglesia Mayor Prioral vuelvan a abrirse para acogerles en un abrazo por el esfuerzo realizado.

Siete horas… de meditación, de oración y recogimiento.
Siete horas de folclore y tradición popular.
Pero siete horas, entregadas segundo a segundo a Jesús Nazareno y María Santisima de los Dolores.

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