SEGUNDA ETAPA: RABANAL DEL CAMINO - PONFERRADA




La luz del sol indicó a los peregrinos que debian ponerse en marcha, asi que se colgaron las mochilas y se dispusieron a afrontar la etapa más larga a la que debian enfrentarse antes de llegar a Santiago.

Desde primera hora la etapa empezó a mostrar su dureza, pues todavía no habian llegado a Foncebadon y ya el camino se elevaba continuamente, y no cesaría hasta coronar la cruz del ferro.
Una cruz muy simple pero en eso radicaba su belleza y hacia de ella un punto de parada obligatoria de todos los peregrinos.




Tras descansar un poco las piernas continuaron su jornada, llegando a Manjarin, un lugar singular en mitad de la nada, donde habia un singular refugio para peregrinos que acogia a todo aquel que se acercase.
Sin entretenerse demasiado continuaron andando pues aun le faltaba muchos kilómetros y eso que aun no sabian lo que se les venia encima.
Pronto empezarian a descender, y los dos peregrinos no veian el momento en que la pista cambiase su inclinación, por una que ellos suponian seria más comoda.
Pero lo que no sabian es que si era cierto que comenzaba el descenso, con él tambien empezaria su agonia en aquella maratoniana etapa.
El sol hacia tiempo que ya estaba presente y el calor apretaba, lo que no hizo sino dificultar aun más un duro descenso por terreno pedregoso, que les obligaba en todo momento a mantener la cabeza gacha observando continuamente el suelo.
Los pueblos y las horas iban pasando, al llegar a Molinaseca, los dos compañeros de camino estaban exhaustos y pararon una vez más a descansar.
Era un bonito pueblo cruzado por el rio Meruelo, de casas nobles y limpio aspecto, donde no les hubiera importado nada quedarse a dormir, pero tenian la obligación de llegar hasta Ponferrada y aun le restaban siete largos kilómetros para recorrerlos en torno a las dos de la tarde con un sol de justicia sobre sus cabezas.
Recorrieron los ultimos siete kilómetros del dia hasta llegar a la capital del Bierzo, donde tras cruzar la ciudad y guiados por el castillo templario llegaron al hotel donde les esperaba una larga y merecida siesta.


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