OCTAVA ETAPA: PORTOMARIN – PALAS DEL REI

El sol acababa de levantar en el horizonte cuando un día más se ponían en marcha los dos peregrinos. Dejaron atrás la iglesia fortaleza de los Hospitalarios de San Juan, que en su día fue trasladada piedra a piedra desde su ubicación primitiva hasta la actual. Mientras, la niebla se negaba a abandonar el embalse del río Miño que tenían que cruzar al inicio de la jornada.


Al abandonar el embalse empezaron la subida una vez más, esta vez camino de Gonzar acompañados en los primeros kilómetros por un hermoso pinar antes de alcanzar la carretera.
Iban devorando los kilómetros, dejaron atrás pequeños pueblos como Gonzar, Castromayor y Hospital de la Cruz, viendo aparecer los horreos al lado del camino.
Cruzaron la carretera de Orense a Lugo para continuar la ruta hacia Palas del Rei y al llegar a Lameiros descubrieron un bello cruceiro que se detuvieron a fotografiar, al igual que ellos lo hicieron numerosos peregrinos que caminaban pocos metros detrás. Resultó ser una parada casi obligatoria al venir reflejado en muchas guías como uno de los más bellos ejemplares que se encuentran en el camino.


Tras la breve parada reanudaron el camino, ya que aun les restaba al menos una tercera parte de la etapa por completar. Dejaron atrás Ligonde, Eireche y Avenostre en un cómodo avance por tramos de carreteras poco transitadas, para volver a los caminos en el tramo final de la etapa.
Muy cerca ya de su destino pararon a comer en un asador que se asomaba a la vera del camino, que les ayudó a reponer las fuerzas y a descansar las maltrechas piernas.
Palas, con su Iglesia de san Tirso, les recibió tras superar el alto del Rosario, última dificultad de la jornada.


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