EN LA MADRUGÁ (2009)


Sonaban las cinco de la mañana cuando se abrieron las puertas de la Iglesia Mayor Prioral.

Tras el paso de los guiones y la cruz de guía, los hermanos nazarenos con sus corazones y cirios encendidos mostraban el camino a seguir a sus titulares.
El cortejo va desfilando lentamente, en silencio, al igual que los fieles que han decidido acompañar a la cofradía desde esta incomoda hora.
Las capas ondean al viento, los nuevos hábitos, color hueso y morado recuerdan el procesionar de hace más de treinta años, los pabilos de los cirios se esfuerzan por mantenerse encendidos y bajo los velillos de muchos nazarenos se oye el quedo rezo del Rosario, resonando en la madrugá.



Mientras, en la Iglesia los nervios se van calmando, la procesión esta ya en la calle y cada vez quedan menos hermanos por salir.
Los costaleros están dispuestos, el cuerpo de cruces se mueve inquieto, buscando la mejor manera de cargar su cruz en esta larga noche y la penitencia mira con devoción las imágenes de El Nazareno y de La Lola.

Suena el martillo y los costaleros preparan sus cuerpos para el comienzo de su estación de penitencia, vuelve a sonar y se ponen en el palo esperando el tercer golpe para levantar sus cuerpos y con ellos a Nuestro Padre Jesús Nazareno. Cuando el martillo suena por tercera vez, todos los costaleros como si de uno solo se tratara levantan su corazón llevando lo más arriba posible a Aquel que cargó con su cruz y con todos nuestros pecados.

Con paso corto avanza el Nazareno buscando la Plaza de España, buscando la calle y al pueblo, un pueblo que con devoción año tras año, madrugá tras madrugá, no duda en abandonar sus camas para acompañarlo, para arroparlo y darle todo el calor que la Fe y el amor pueden dar.

Las horas van pasando, los cirios consumiéndose en rojas lágrimas de cera, y tras cada chicotá una oración se oye bajo los pasos.
Oración hecha noche, noche hecha oración, cuando cientos de gargantas dejan escapar entre susurros un Padrenuestro o un Avemaría al ver pasar ante ellas a Jesús Nazareno y a Su Madre acompañada del discípulo amado antes del amanecer.
La Pescadería recibe al Patrón de las Galeras Reales, el sol aparece en el cielo tímidamente y las bandas empiezan a hacer sonar las cornetas y los tambores anunciando que se levanta un nuevo día.

Tras pasar por el castillo ni siquiera la lluvia quiere perderse el desfile de El Nazareno por las calles de El Puerto con su nuevo paso, y decide acompañarlo hasta que se refugia de nuevo en la Iglesia Mayor, dos horas antes de lo previsto.

Dentro del templo las lagrimas afloran en los ojos de nazarenos, penitentes y costaleros. Lagrimas que anuncian que hasta el año que viene no volverá el Nazareno a asomarse a las calles, que ya solo queda plata por limpiar y enseres por recoger para la próxima madrugá.

Lagrimas del Nazareno, que con su triste y cansada mirada invita a cada uno de sus hijos a visitarle en su capilla en cualquier momento para acompañarle en un tranquilo ratito de oración…

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